lunes, 14 de febrero de 2011

Los niños y los jóvenes no son los culpables

Llegué más temprano que de costumbre. Debía reemplazar a mi amigo y compañero, pues le dieron incapacidad médica y por consiguiente, al recibir su llamada, con gusto, acepté inmediatamente, estar a la hora señalada en el lugar del evento.

La cita era con estudiantes de colegios, quienes atenderían talleres y charlas demasiado importantes y se relacionarían con jóvenes universitarios. Había estudiantes de 10º y 11º. Además, arribaron unos chiquillos de 5º grado. Sus edades, entre 9 y 10 años. Niños y niñas.

Casi todos estaban ubicados en los respectivos salones, pues se había organizado un programa para cada institución. Los chiquillos estaban casi desorientados, pues todos los talleres y conferencias habían sido asignadas y ellos esperaban que se les dijera algo. Había dos profesoras con ellos.

Quedaba un salón disponible, pero no había talleristas sino hasta una hora después. Se me ocurrió decirles que siguieran al salón. Algunos de los organizadores me dijeron que para qué iban allá si no había quién los instruyera. Yo les dije que tranquilos. No había problema. En mi usb tenía guardados unos temas interesantes y pensé que podrían ser de gran ayuda.

Entraron y se acomodaron muy juiciosamente. Conecté el vídeobeam, pero antes, decidí hacer algunas preguntas casuales. Charlamos un buen rato, pues a sus edades, había muchas respuestas rápidas y precisas. También, preguntas. Una dinámica abrió el trabajo que tendría durante una hora. Presenté mi charla y la hora se estaba agotando rápidamente. Entraron unos jóvenes de otros colegios, se acomodaron y recapitulé lo realizado hasta el momento.

Sin embargo, al hacerles algunas preguntas, terminando ya mi charla, descubrí situaciones que me dejaron preocupado, muy preocupado.

Los chiquitines habían perdido uno de sus compañeritos dos meses atrás. Se había suicidado. Otros niños, me comentó una de las profesoras, querían hacer lo mismo que su amigo. Una niña había presenciado el asesinato de su padre. Otra, odiaba a sus padres, pues se habían separado y ya cada uno tenía otra pareja. Conversando con ella, me dijo que había pensado suicidarse.

En fin, el final de la mañana no podía ser más triste y melancólico, escuchando historias reales de niños y jóvenes reales.

Un joven me dijo que su papá le pegaba por todo, lo gritaba y estaba aburrido en su casa. Quería irse. No quería volver más al colegio. Tiene apenas 15 años y no desea nada. Su único objetivo, el objetivo de su papá es que termine bachillerato y se ponga a trabajar.

Historias reales. Tristes y dolorosas. No vi rostros demasiado alegres. Sonreían, pero no con el alma.
Recordé que en alguna ocasión, un padre de familia, en Tuluá, donde tuve una conferencia dirigida a padres de familia, me decía que en su época los jóvenes eran distintos, obedecían sin chistar y que correazos no faltaban, pero que respetaban o respetaban. Y me preguntó: “¿Por qué los jóvenes de ahora no quieren obedecer y respetar?”. Mi respuesta para él y para todos en el auditorio fue muy sencilla: “Nuestra época fue otra. Estamos en el siglo XXI, siglo de tecnología y elementos nuevos y que  brindan a los jóvenes herramientas más rápidas para comunicarse y para vivir, pero que lastimosamente, los padres no han sabido manejar las distintas situaciones que se presentan día a día. No hay abrazos, ni besos, ni caricias. No hay saludos o despedidas, sino frases fuertes, reprimendas y poca conversación.”

Muchos niños quisieran ser televisores para que sus padres los vean y les hablen.

Al despedirme de esos niños y jóvenes, me quedé pensando en todo lo que no se está haciendo en casa, en escuelas, colegios y universidades. No me deprime, sino que me fortalece el encontrarme con estas situaciones. Me preocupan los niños y los jóvenes, porque nadie los trata de entender, sino que los adultos queremos que los niños y jóvenes nos entiendan.

“Es que los jóvenes de hoy…” “Es que en mi época…”. “Es que se perdieron los valores…”. No, no es eso. Ni son los jóvenes de hoy, ni se perdieron los valores, ni es la época. Somos nosotros.

Padres modernos

La verdad, me encantó este texto. No lo escribí. Lo recibí en mi correo, gracias a un amigo. Quiero compartirlo, porque vale la pena, porque es muy actual. Porque quien lo escribió desea qe entendamos que los hijos son muy importantes.

Querido hijo,

Mientras vivas en esta casa obedecerás las reglas. Cuando tengas tu casa obedecerás tus propias reglas. Aquí no gobierna la democracia, no hice campaña electoral para ser tu padre: tú no votaste por mí. Somos padre e hijo por la gracia de Dios, y yo acepto respetuosamente el privilegio y la responsabilidad aterradora. Al aceptarla adquiero la obligación de desempeñar el papel del padre.

 No soy tu colega, pues nuestras edades son muy diferentes. Podemos compartir muchas cosas pero no somos compañeros. Soy tu padre ¡Y eso es cien veces más que un amigo!

 También soy tu amigo, pero estamos en niveles completamente distintos. En esta casa harás lo que yo diga y no debes cuestionarme porque todo lo que yo ordene estará motivado por el amor. Te será difícil comprenderlo hasta que tengas un hijo, mientras tanto confía en mí...

Atentamente, Tu Padre

 Gran parte del problema que estamos viviendo es gracias a tanto papá buena onda. Para tomarse en cuenta... Responsabilidad,  Honor, Vergüenza, Respeto, Principios Elementales.

Bueno, pero... ¿Qué nos pasa? ¿Qué es lo que nos hace suponer, que alguien más tiene la responsabilidad de cuidar de nuestros hijos, si nosotros, que se supone que somos los que más los amamos, no queremos tomar esa responsabilidad?

 Es ridículo ver esas mesas redondas, en las cuales funcionarios públicos, dueños de bares y discotecas, miembros de comités ciudadanos y medios de comunicación se culpan unos a otros por algo que no es más que falta de responsabilidad de nosotros los padres.

 Que si en los bares le venden alcohol a menores; que si los agentes de tránsito reciben sobornos,  que si no cierran estos lugares a la hora señalada,  que los jóvenes salen de estos lugares "totalmente borrachos"

¿Pero en dónde están los padres de éste menor que tomó más de la cuenta? ¿Quién lo recibe en su casa a esas horas y en ese estado? ¿Quién le dio el dinero para entrar en el bar, para el alcohol y para el soborno? ¿Dónde están los padres que le dieron el carro a un menor que no es capaz de hacerse responsable y maneja aunque esté tomado?

¡Por favor! En qué piensan los padres de esos jóvenes que salen de su casa a las 11 de la noche, habiendo empezado a tomar desde la tarde, "en una reunión con unos amigos?"

¿Y qué están pensando los padres de la jovencita de 16 ó 17 años, que va "por allí" con  fulanita y con  la mamá de esa fulanita, sin querer enterarse de que esa mamá ni siquiera conoce a tu hija y menos aún,  está enterada de esos planes?

 Por qué queremos pasarles la responsabilidad de decidir en manos de quién ponen su vida si todavía no son capaces de decidir de qué color pintarse el pelo, hoy con rayitos, mañana mejor negro.

¿Por qué les damos permiso a nuestras hijas de irse a dormir después de la disco a casa de una amiga y les cargamos la responsabilidad de llevarlas a los novios de 19 ó 20 años, quién sabe a qué hora y no sabemos ni cómo?, pues puede ser que tome de más ¿Porqué queremos creer que son maduros y responsables si nosotros mismos no lo estamos siendo?

Nos volvemos ciegos a los peligros por comodidad, nos hacemos los "buena onda", "es que yo sí le tengo confianza a mi hija".

Lo que tenemos es miedo y flojera, no queremos actuar como padres.

Nuestros hijos no necesitan que seamos sus amigos... Ellos ya tienen un montón de amigos, de su edad.

 Nuestros hijos necesitan padres valientes y responsables, que fundamenten principios básicos, que pongan reglas y luego estén ahí para ver que se cumplan.

¿Cómo va a depender la seguridad de mi hijo del barman de un antro?? o del agente de tránsito, o si dueño de la disco no cumple la ley y cierra a las 6:00 a.m. en lugar de a las 3:00 a.m.?

Yo creo que sí debería de haber un horario, "pero el que los padres pongan en su casa" independientemente de la hora que cierren los antros.

 ¿De qué tenemos miedo, Papás? ¿Por qué no podemos poner reglas? ¿Por qué no podemos exigir que se cumplan?
¿Por qué abandonamos a nuestros hijos en busca de nuestras propias comodidades?

Si los jóvenes no necesitaran guía, si no necesitaran límites, ni autoridad a quién respetar...no existiríamos los padres.
 Se nos encomendó una misión muy especial, la más grande: hacer libres a nuestros hijos, enseñarlos a volar y es a nosotros a quien se nos pedirá cuentas por ellos; no al dueño del bar, ni al amigo de nuestro hijo que iba conduciendo borracho cuando chocaron, ni al novio que se está luciendo de lo rápido que maneja y lo bien que "controla" el auto aún estando borracho, ni al policía, ni al maestro... ¡a nadie más!

 Nunca, nadie podrá hacer que nuestros hijos regresen a casa a tiempo y a salvo, si nosotros no podemos hacerlo. No existe ley, ni horario, ni funcionario capaz de hacer por nuestros hijos, lo que nosotros no queremos hacer.

 Actuar como padres es muy difícil, y claro, oír de ellos "es que todos te tienen miedo, papá",  pues ¡no importa!

 No estamos en campaña de elecciones para ser el papá más popular del año, pues ya cada quién tiene el padre que le tocó y sería estúpido poner en peligro la seguridad de nuestros hijos por quedar bien y caerles bien a sus amigos y aún más estúpido utilizar a nuestros hijos como instrumentos de venganza hacia nuestras fallidas relaciones en esta época de tantos padres divorciados.

 Es horrible oír de muertes de muchachos así, que han tenido la desgracia de toparse con esos otros jóvenes, hijos de padres "buena onda". Incluso oír de muertes de niños por accidentes o asesinatos que no han estado al cuidado de su papá y/o mamá. Es increíble ver a los niños(as) jugando solos en la calle sin ningún cuidado y es increíble ver a nuestros jóvenes metidos en los antros durante todo el fin de semana tomando y en muchas ocasiones drogándose ya sea por voluntad propia y/o  propiciados por tanta gente sin moral y sin escrúpulos

 No estaría mal ganarnos el respeto de nuestros hijos, tomando las riendas de su vida, haciéndonos responsables de su hora de llegada, de lo que toman, de sus calificaciones, haciéndoles saber lo que esperamos de ellos y creando los medios para ayudarles en su lucha para conseguirlo.

Pongamos los pies sobre la tierra, seamos consientes...Los jóvenes y niños, lo único que necesitan, es que actuemos ¡como padres!!!

Los abrazos

Abrazar, siempre, abrazar. Sé que soy reiterativo, pero ahora, en estos días, los abrazos son regalos muy útiles. Son regalos necesarios. Abrazar a tus hijos, padres, familia, amigos. Abrazar, vale la pena. Abrazar anima, alegra.

Abrazar es una grandiosa medicina. Transfiere energía, y da a la persona que es abrazada un estímulo emocional. Necesitamos cuatro abrazos al dia para sobrevivir, ocho para mantenernos, y doce para crecer. Un abrazo te hace sentir bien. La piel es el organo mas grande que tenemos y necesita mucho cariño. Un abrazo puede cubrir una gran parte de la piel y da el masaje que necesitas. Es tambien, una forma de comunicarse. Puede decir las cosas para las que no tienes palabras. a cosa mas buena acerca de una abrazo es que no puedesa dart uno sin recibir uno.

Terápia con Abrazos

La teoría detrás de esta terápia es que el que nos toquen no es solo bueno. Sino, que es necesario! Investigaciones científicas apoyan esta teoría pues nos dice que el contacto físico o la estimulación física es absolutamente necesaria para nuestro bienestar emocional.

El tacto terapeutico, reconocido cono una herramienta esencial para la curación, ahora es parte del entrenamiento de enfermeras en grandes centros medicos. El tacto es usado para reducir el dolor, la depresión y ansiedad, como tambien para aumentar el deseo de vivir del paciente, y para los bebes prematuros que carecen del contacto físico mientras estan en la incubadora y asi ayudarles a crecer y prosperar.


Resultados de los Experimentos Cientificos


Varios experimentos han demostrado que el contacto físico puede: hacernos sentir mejor con nosotros mismos y nuestros alrededores tener un efecto positivo en el desarrollo de los niños y su inteligencia causar cambios fisiologicos calculables en los que tocan y a los que tocan Apenas empezamos a entender el poder del contacto físico. Aunque existen varias formas de tocar alguien, proponemos que en la forma de los abrazos es el más especial y que contribuye en una forma mayor a la salud.

El Poder de los Abrazos

El abrazar logra muchas cosas que talvez tu nunca has imaginado. Por ejemplo…. se siente bien deshace la soledad derrota el miedo abre las puertas a las sensaciones ayuda al auto estima (wow, ella o el me quiere abrazar a mi!) alienta el altruismo (no puedo creerlo, pero quiero abrazar a esa persona!) retrasa el envejecimiento (aquellos que abrazan se mantienen jovenes más tiempo) ayuda a reducir el apetito (comemos menos cuando nos nutren con abrazos y cuando nuestros brazos estan envueltos en otros!)


Otros Beneficios Que Salen de los Abrazos


Ayuda a reducir la tensión ayuda con el problema de la insomnia preserva en condición a los músculos de los brazos y los hombros provee ejercicios de estirarse si usted es corto provee ejercicios de inclinarse si usted es alto ofrece una alternativa saludable a la promiscuidad ofrece una alternativa saludable y segura al uso del alcohol y otras drogas (mejor abrazar que endrogar!) afirma la existencia física es democrático (todos son elegibles para un abrazo)

Más Beneficios Que Salen de los Abrazos

Es ecológicamente firme (no lastíma al medío ambiente) tiene eficacés en que guarda la energía (guarda la energía) es portátil no requiere maquinaria especial no exige lugar en particular (el lugar adecuado para dar un abrazo es cualquier lugar como al pie de la puerta, un cuarto de conferencia ejecutivo ... una iglesia o un campo de futbol) hace que los días felices sean más felices imparte la sensación de que pertenecemos llena los sitios vacíos en nuestras vidas sigue funcionando a dar beneficios hasta después de que el abrazo se termína

Los niños, ¿Por qué los niños?

Se hacen campañas desde noviembre para que en diciembre  no haya pólvora. Para que los niños no utilicen algunos elementos con los cuales puedan quemarse. Sin embargo, los casos se presentan a diario. La noche de las velitas fue, nuevamente, desastrosa en todo el país. El 24, también hubo muchos niños quemados. Hasta hoy, las estadísticas cuentan, por encima, 164 niños quemados. Dos de ellos murieron.

No es para decir que en Colombia habrá menos quemados que el año anterior o que las estadísticas favorecerán la suerte de muchos niños.

Padres que dejan solos en casa a muchos niños. Estos utilizan pólvora y se queman. Padres que dejan que sus hijos jueguen con ese veneno y también se queman. Padres que se dedican a jugar con pólvora en presencia de los pequeños y los queman. Es decir, padres irresponsables que luego correrán con sus hijos a hospitales, clínicas y centros de salud para que les salven un ojo, las manos, los deditos.Después, lloran contando la triste historia de sus hijos quemados.

Primero, casi treinta segundos de alegría y luego, en el mejor de los casos, permanentes cicatrices no solo en el corazón, sino en diferentes partes del cuerpo.

Prensa, radio, televisión hacen llamados, pero nadie atiende. Cada día informan sobre los niños quemados. Los adultos familiares o padres nada dicen. O se hacen los locos.

Qué bueno empezar a cuidar los niños y niñas en este país. Talleres para los padres, encuentros con los educadores en escuelas y colegios en la sección de primaria. Que padres, familias, profesores, niños y niñas entiendan que las campañas de prevención son importantes.

¿Por qué cruzarnos de brazos y dejar que los niños y niñas tan indefensos no nos importen? Qué bueno iniciar una campaña, así sea en nuestra ciudad, en defensa de niños y niñas.

Que se prohíba definitivamente el uso de la pólvora en Colombia, no por ciudades. Que se castiguen padres y adultos que motiven a los niños a utilizar pólvora. Que haya cárcel para los que destrozan vidas de pequeños, porque se deleitan con la pólvora.

¡No más! ¡Por favor, entendamos que esos niños y niñas merecen vivir sanos y llenos de energía!

El niño y el despecho

Cuando se inició la entrevista  con el niño Juan Camilo Arango Cardona, de seis años, pensé que se hablaría de su corta vida y las canciones apropiadas a su edad. Pero no fue así. Empezó a interpretar canciones de despecho. Estaba escuchando un programa a nivel regional y yo no podía creer que se mostrara con orgullo a su padre, un padre que manipula a un niño de seis años para que le produzca dinero. Eso es lo que verdaderamente ocurre.

Y algunos medios, con base en entrevistas, se prestan a semejante atrocidad. Atrocidad, porque no es justo que un niño de seis años sea puesto a parafrasear canciones que ni entiende. Canciones de desesperanza, desesperación, despecho.

Claro, como estamos en una región donde el despecho, la tristeza, el pesimismo, la decepción predominan, entonces hasta los niños deben sentirse orgullosos de cantar lo que no les corresponde.  Y algunos medios muestran con gran orgullo a un niño de seis años, memorizando canciones totalmente inadecuadas para su edad. 

Despecho, derrotismo, desilusión es lo que se vive con los reyes del despecho y la tristeza. Se llenan los lugares de concierto, porque ese es el nuevo estigma de mucha gente. La soledad y la depresión están llevando a muchos a beber, escuchar música de despecho, llorar y sentir que la vida vale poco.

Por ello, no es de extrañar que en esta región, gracias a la música de despecho, las telenovelas, la desconfianza y la desesperación, haya suicidios, intentos de suicidio, maltrato intrafamiliar y mucho más.

No tengo nada contra la música, pero sí con los explotadores de niños de seis años, como ese padre manipulador.  

Lo siento, pero creo que es un niño de 6 años, manipulado por su padre. Las canciones de despecho que lo han puesto a cantar, no son adecuadas a su edad. ¿En qué sitios canta? ¿En qué horario? ¿Ante qué público? ¿Cuándo empezará a beber?

Es un niño, pero parece que algunos medios apoyan este atrevimiento. ¡Qué tristeza! 

Una reflexión sobre los hijos

A veces, nos quedamos sorprendidos, cuando se da cuenta en periódicos o radio, que el sicario no superaba los 18 años. Cuando los cuerpos de los 3 ó 4 ejecutados, correspondían a adolescentes de hasta 14 años de edad.

Frente a lo anterior, el siquiatra dominicano César Mella, hizo publicar el siguiente trabajo, que creo que a todos los que somos padres, o seremos abuelos algún día, nos debe interesar; el texto que me llegó suscrito por el doctor Mella, es el siguiente:

Yo me preguntaría y plantaría la siguiente pregunta: ¿cómo eduqué o estoy educando a mis hijos? ¿Qué valores inculco o inculqué a mis hijos?

A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela y, digo llevarlos porque no tienen que tomar el bus o caminar larguísimas distancias para llegar a ella.

Se levantan generalmente irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, jugando PlayStation, hablando o enviando mensajes por teléfono o chateando por la Internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar.

Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, Ipod, BlackBerry y computadora no pueden faltar, como tampoco el pago por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el celular más novedoso. El Nextel más costoso, LaLap más equipada. Nada les costó. Si se descomponen, para eso estamos, no faltaba más, hay que pagar la reparación, a la brevedad y sin chistar.

Idolatran amigos y a falsos personajes de realitys de MTV. ¡Ah! Pero viven encontrándoles defectos a los padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda.

Se cierran automáticamente a quien les hable de moral, honor y  buenas costumbres, y ni pensar de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no ¡Lo consultan en internet!

Nos asombramos, porque los sicarios cobran cuotas sin trabajar por ellas, cuando a nuestros hijos los acostumbramos a darles todo incluso su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella, y todavía se quejan a porque eso no me alcanza.

Si son estudiantes, siempre inventan trabajos de equipo o paseos de campo, que lo menos que uno sospecha, es que regresarán con un embarazo, habiendo probado éxtasis, coca,  marihuana o cuando mínimo alcoholizados.

Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela, lejos de ser agradecidos te contestan, con desfachatez: yo no pedí nacer, es tu obligación mantenerme.

Definitivamente estamos fritos, pues la tasa de que hagan su vida independiente se aleja cada vez más, pues aún graduados y con trabajo, hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios y hasta los partos de sus hijos.

Con lo anterior, me refiero a un estudio que indica que este problema es mayor en chicos de la sociedad de clase media o media alta (o de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 14 y los 28 años, si es correcto 28 años o más ¿lo pueden creer? y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza.

¿Entonces en qué estamos fallando?

Yo sé, dirán que los tiempos y las oportunidades son diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era levantarse de madrugada para ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que ayudar a limpiar la casa; no se frustraban por no tener vehículo, andaban a pie a donde fuera, siempre lustraban sus zapatos, los estudiantes no se avergonzaban de no tener trabajos gerenciales o ejecutivos, aceptaban trabajos como limpiabotas y repartidores de diarios.

Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que elaboramos una famosa frase que no dio resultado y mandó todo al diablo:

¡Yo no quiero que mis hijos pasen, los trabajos y carencias que yo pasé!

Nuestros hijos no conocen la verdadera escasez, el hambre. Se criaron en la cultura del desperdicio: agua, comida, luz, ropa, dinero.

Muchos de los nuestros hijos, a los 10 años ya habían ido a Disneyworld mínimo dos veces, cuando nosotros a los 20 si bien nos iba conocíamos la Ciudad de México, con su hoy vetusto y atiborrado Metro.

El dame y el cómprame, siempre fue generosamente complacido convirtiendo a nuestros hijos en habitantes de una pensión, con sirviente (a) y todo incluido, que después intentamos que funcionara como hogar.

Es alarmante el índice de divorcios que se está generando, van a la conquista de su pareja y vuelven al hogar, sólo unos meses más tarde, divorciados porque la cosa no funcionó; ninguno de los dos quiere servir al otro en su nueva vida.

Como nunca batallaron en la pensión con sirviente incluido, en la que se les convirtió el hogar paterno, a las primeras carencias en el propio, avientan el paquete y regresan a la casa para que la mamá y el papá continúen resolviéndoles la vida.
Este mensaje es para los que tienen hijos y que pueden todavía moldearlos, edúquenlos con principios y responsabilidades. Foméntenles el hábito del ser agradecidos.

Fórmenles en el hábito de saber ganarse el dinero con honestidad, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la casa en la cual no aportan para el pago de servicios. Háganles saber lo que cuesta cada plato de comida, cada recibo de luz, agua, renta. Háganles sentir en su casa, cómo se comportarían ustedes en casa ajena cuando van de visita.

Por ese domingo o cuota semanal o mensual, edúquenlos en la cultura de la correspondencia y el agradecimiento. Que los sábados o domingos laven el carro, ayuden a limpiar la casa, NO SU CUARTO, eso debe ser obligación de siempre sin pago de por medio. Háganles la costumbre de limpiar sus zapatos, de que paguen simbólicamente, por todo lo que gratuitamente reciben, implántenles la ideología de ameritar una especie de beca escolar que ustedes pagan, y  por la que ellos no pagan ni un centavo, eso puede generar una relación en sus mentes trabajo = bienestar.

Que entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso con la vida, que no es ningún mérito asistir a ella. De la responsabilidad con que cumplan ese compromiso, dependerá su calidad de vida futura.

Todos los niños deben desde temprano aprender a lavar, planchar y cocinar, para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.

Cuida lo que ven y ves con ellos en la televisión, y evita caer en el vicio social llamado telenovelas, los videojuegos violentos, la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, que han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó.

Cuando quieras corregirlos, aconséjales, platica con ellos, no los ofendas, no los reprendas en público. Si lo haces, nunca lo olvidarán. Nunca te lo perdonarán.

Estamos comprometidos a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos, o sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las empleadas domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante.

Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen la oportunidad de cambiar o hacer algo al respecto. Ya los abuelos pagaron. Nosotros estamos pagando con sangre la transición.

Recuerda que para que triunfe el mal, solo se necesita que la gente buena lo permita...